miércoles, 20 de marzo de 2013

Estepa
(ecosistema)


Estepa
El paisaje estepario se caracteriza por la escasa cobertura de la vegetación, dominando gramíneas amacolladas y pequeñas matas espinosas. También destacan los tonos claros (ocres, grises y pardos), más patentes cuando las estepas se desarrollan sobre suelos yesosos, como en el caso de la imagen.
Estepa (ecosistema), paraje llano y muy extenso que carece casi por completo de vegetación arbórea. El término estepa, en sentido estricto, tiene su origen en la palabra rusa stepj (traducido como desierto, en el sentido de no cultivado ni arbolado) con la que se nombran las praderas de gramíneas de la zona templada de Rusia y de la Europa del Este. Ahora bien, resulta realmente difícil recoger todas las acepciones de este término, ya que se ha aplicado de forma generalizada a numerosos tipos de formaciones vegetales desde el punto de vista geobotánico, a diferentes fisiografías desde el punto de vista geográfico y a otros tantos lugares desde un punto de vista zoológico. Lo cierto es que, en sentido amplio, las estepas se distribuyen por todo el globo bajo diferentes macroclimas y sus ejemplos más representativos son las zonas esteparias de la antigua Unión Soviética, las praderas y llanuras de EEUU, las pampas sudamericanas y el veld de Sudáfrica. Estos lugares se caracterizan por poseer una gran diversidad florística, donde dominan las gramíneas, y unos suelos profundos, negros (chernozem), que carecen del horizonte arcilloso de acumulación, de extraordinaria fertilidad, por lo que desde hace mucho tiempo sustentan grandes cabañas ganaderas.
Desde el punto de vista geobotánico, la estepa pertenece al bioclima semiárido, frontera entre el desierto y las zonas con vegetación arbolada. En este clima continental aumenta la amplitud térmica: los veranos son más calurosos y los inviernos mucho más fríos, y la temperatura media anual desciende. Al mismo tiempo las precipitaciones anuales disminuyen y los veranos se vuelven cada vez más áridos. Entre la zona arbolada y la estepa genuina se suele encontrar una zona ecotónica llamada estepa arbolada, donde el factor dominante es la topografía. No sucede lo mismo en la sabana tropical, donde el factor dominante es el clima.
El desarrollo de una estepa genuina es el siguiente: tras la fusión de la nieve el suelo está húmedo y aumentan las temperaturas, desarrollándose una rica flora primaveral, con Pulsatilla patens, Carex humilis, Adonis vernalis e Hyacinthus leucophaeus. A mediados de mayo la estepa se viste de verde, floreciendo multitud de gramíneas, entre las cuales nacen otras plantas, como Lathyrus pannonicus e Iris aphylla, por ejemplo. A primeros de junio ya empiezan a dominar las gramíneas Stipa joannis, otras especies de este género y Bromus riparius. A finales de junio la estepa se vuelve blanca por las inflorescencias de Trifolium montanum, Chrysanthemum leucanthemum, Filipendula hexapetala y otras. Desde mediados de julio se empiezan a secar las plantas, aparecen las panículas azuladas de Delphinium litwinowi y más tarde los amentos pardo-rojizos de Veratrum nigrum. A partir de agosto la estepa aparece seca y permanece así hasta que llega la nieve.
En Norteamérica las condiciones climáticas son muy parecidas pero de mayor complejidad. Mientras que la estepa europea se extiende alrededor de los 50º de latitud norte desde las estribaciones de los Cárpatos hacia el este europeo, la pradera empieza en Canadá al sur de los 55º, pero sus dominios corren en dirección norte-sur hasta las sabanas de Propopis situadas en los 30º, gracias a la disposición también norte-sur de las cadenas montañosas. Por este motivo existe todo un abanico de situaciones en función de factores como la humedad y el tipo de suelo.
En el hemisferio sur la presencia de las estepas es menor, desarrollándose únicamente en Sudamérica, en la provincia de Buenos Aires y en parte de las provincias vecinas a ésta. También existe una pequeña representación en la pradera de Tussock en Otago (Nueva Zelanda) y en el veld de Sudáfrica. En la estepa o pampa seca dominan las gramíneas del género Stipa (S. brachycheata y S. trichotoma).
En la región mediterránea se ha originado lo que se puede denominar estepa artificial o antrópica, que a pesar de esta artificialidad muestra unas características biológicas y fisiográficas muy semejantes a las de las anteriores. Se trata de llanuras sin arbolado pero con muchas especies leñosas (caméfitos y nanofanerófitos) desarrolladas en unas condiciones climáticas semiáridas y donde se pueden encontrar especies animales y vegetales que anteriormente se distribuían por toda la región y que han quedado reducidas a pequeños enclaves aislados unos de otros. De entre estos taxones se pueden destacar las plantas Fagonia cretica, Eurotia ceratioides, Microcnemum coralloides y diversas especies de los géneros Artemisia, Stipa, Salsola, Suaeda o Gypsophila. Entre la fauna también hay numerosos ejemplos ilustrativos, como la avutarda, el sisón, la ortega, la ganga, el alcaraván, dos especies de terreras y de cogujadas, o la calandria y la alondra de Dupont.
En la península Ibérica se pueden definir cinco zonas que se consideran como esteparias: el valle del Ebro (Bárdenas, Los Monegros, Saladas de Alcañiz y Chiprana), los páramos de la Meseta norte (páramos de Masa, Cerrato y La Lora), las hoyas de Guadix y Baza en Granada, ciertas zonas del interior de Almería (Sorbas, Gérgal, Pulpí) y del sureste (estepas murcianas en la cuenca del Segura), y los pastizales de las comarcas de La Serena y del Valle de Alcudia. Otros autores suman también las grandes extensiones de cultivos cerealistas de la Tierra de Campos (Zamora, Palencia y Valladolid), con excelentes poblaciones de aves esteparias; otros páramos de las provincias de Soria (altos de Barahona), Guadalajara y Segovia; y algunas zonas de estepas manchegas, casi desaparecidas en la actualidad, como los espartales de Hellín, Almansa y Yecla, y los sabinares del Campo de Montiel.

EDUARDO FIGUEROA C.

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